domingo, 30 de mayo de 2010

Victoria


Aram se detuvo. Esta vez sudaba de ansiedad, no de cansancio. Sintió oscuridad en el eco de la cueva. Silencio. Alzó la vista, hacia el techo rocoso que se perdía en sombras sobre él. El muchacho hundió los pies en la arena mojada, apretó sus dedos en un puño tenso.

Del fondo del lago rugió su descubrimiento, y mientras la bestia deslizaba sus múltiples cabezas del agua destellando los mil dientes, Aram ahogó un grito de victoria. No era un lunático, siempre había tenido razón. El monstruo…era real.

Respiró.
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Arte: CrackBag

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