lunes, 31 de agosto de 2009

Asuntos de Vital Importancia



Arianna abrió la puerta del desolado cuarto, la oscuridad irrumpió en el eco de sus pasos. La muerte también había entrado en esas cuatro paredes.

Encendió la luz y caminó, cuidadosa de no tocar nada. La vieja cama destendida, una taza cargada de café de hace tres días y un libro abierto besaba el suelo. La actividad del cuarto estaba suspendida, esperando que el dueño retomara lo que había dejado a medias. Arianna se apresuró a abrir el closet, de donde sacó un bolso grande. Sin ánimos de pasar más de lo necesario en esa pequeña alcoba se dedicó a despejar el clóset de los viejos atuendos de su padre.

Había fallecido tres noches atrás, y enseguida sus amigos localizaron a Arianna, su única hija. A medida que sus manos viajaban por la vestimenta del viejo hombre, Arianna reconoció lo mucho que había adelgazado desde la última vez que lo había visto. A pesar de los intentos de encuentros que generaba su padre, los largos y demandantes viajes laborales de Arianna fueron la excusa perfecta para mantenerse alejada de él durante los últimos cuatro años.

La chica se detuvo para mirar a su alrededor. ¿Cómo un hombre medianamente respetable podía vivir en esas condiciones? Cortinas curtidas cubrían la ventana, la madera del piso estaba rasgada e infinitos objetos sin valor ocupaban cada mueble y rincón del cuarto. Pero Arianna no sintió más que una milésima de lástima por él.

Volvió a su faena de desocupar el cuarto. Debía entregar la casa al arrendador para el final de la semana. Cuando había bajado cada prenda de ropa, Arianna se paró de puntillas para despejar la tabla superior del clóset. Sin medir fuerzas haló la caja que reposaba arriba, tirándola al suelo y esparciendo sobre él: sobres, periódicos, mohosos libros, fotografías sueltas y finalmente un libro de recortes que cayó abierto.

Al recoger el desgastado libro, de sus páginas se deslizó un juego de cinco hojas amarillas, arrugadas, manchadas de tinta en los bordes. Se trataba de una lista titulada:

Asuntos por hacer de Vital Importancia

Arianna torció los ojos y negó con la cabeza. Desde niña había tenido que lidiar con los incongruentes deseos de su padre, causantes de sus innumerables mudanzas durante su niñez, y factores detonantes en su inevitable deseo de salir corriendo al cumplir dieciocho años.

Sentada sobre la polvorienta y desnivelada madera del piso Arianna no hizo más que preguntarse qué clase de beneficios trajeron esos largos y ambiciosos viajes, los caprichos, las extravagancias, las inoportunas ideas de negocios que no hicieron más que limpiarle el bolsillo por completo, y al final de todo, el hombre había pasado sus últimos años brincando de apartamento en apartamento, sin más que con algunos dólares bajo el colchón y prácticamente viviendo de la ayuda de sus fieles amigos.

Arianna estudió la lista que reposaba en sus manos, notando que todos los puntos estaban seleccionados bajo una columna de "cumplidos".

Ser parte de la tripulación de un barco

Conocer Nueva York

Vivir en Nueva York

Hacer un Safari

Entrar a un equipo de Beisbol

Vivir en Londres

Tener una hija

La joven se detuvo a observar que su presencia no era más que un ítem en una larga lista de cosas por hacer. Pero de alguna manera, el hecho de pensarlo no le ocasionaba ira, ni angustia, ni desprecio. Todos esos sentimientos se habían empolvado con los años; en su pecho no había más que un aire de resignación.

"
Buscar el Dorado", leyó, frunciendo el ceño. Quizás eso explicaba los tres años en que su padre se ausentó para aventurarse en el Amazonas. Le sorprendió que estuviese seleccionado como cumplido, hasta que leyó en la casilla de comentarios: Puede que la ciudad perdida sea sólo un mito, pero la paradójica e imponente selva es más valiosa que el oro puro.

Una pequeña y seca risa abandonó la garganta de Arianna, y sus dedos comenzaron a hojear la lista con más detenimiento.

Enamorar a una mujer Italiana

Tomar sake en una casa de Geishas

Tener una pizzería

Bucear en Australia

Conocer Moscú

Llevar a Arianna a Marruecos

Arianna siguió, encontrando su nombre en más de una de las cosas por hacer de su padre. Efectivamente recordaba las infinitas veces en las que él logró involucrarla con sus cosas. Desde pequeña le molestaba admitir que su padre tenía un don de convencimiento tan poderoso como peligroso. Ese viaje de dos meses a Africa le había costado a Arianna el año escolar.

A medida que sus ojos escaneaban con más detenimiento la vieja lista, no dejó de admirar como cada una de las hazañas estaban seleccionadas bajo la casilla de "cumplidos". Todas, excepto una, la última, la más reciente.

Reconciliar a Arianna conmigo

Arianna se detuvo, evitó respirar en los siguientes segundos. Lo que la congelaba de la frase era el orden de sus determinantes palabras. Los fallidos intentos de su padre por acercarse a ella durante los últimos años se resumían ahí, en reconciliarla a ella con un hombre imposible de cambiar.

La primera lágrima del mes se derramó de los ojos de Arianna, tiñendo el amarillo papel. Respiró profundo, y abrazó durante unos segundos la cálida soledad que la consolaba. Sus ojos se enfocaron nuevamente en la lista y pronto recordó que las viejas hojas de papel se habían escapado de un viejo libro de recortes. Cuando lo recogió para hojearlo encontró que sus hojas se regocijaban de fotos, frases, nombres, anécdotas, todo lo que acompañaba esa lista de asuntos pendientes.

Sonrió frágilmente, sus pequeñas lágrimas empezaron a invadir sus labios. Cerró el grueso y desgastado libro y dejando a un lado el trabajo que había comenzado, se dedicó a buscar un sitio donde pudiese viajar con calma a través de los cumplidos asuntos de vital importancia.

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